1 ene 2010

2010


Por fin llegó. Un año nuevo...un año menos o un año más? No lo sé. Me gusta la determinación con la que lo afrontan mis congéneres, sin embargo lloro (por no decir que me lamento profundamente) que el encanto dura tan poco que no hay medida de tiempo que sirva para calcularlo. Yo por otro lado, empiezo a comprender algunas cosas que me negaba a creer, de hecho creo más en ellas de lo que alguna vez me atreví a dudarlo.

2010 representa un cambio, tal vez una dirección nueva. Un evento único e irrepetible, más palabras por decir y más por callar, gente por conocer y gente por aborrecer. Creo que la determinación que debe guiarnos todo el año, no solamente el comienzo, es la misma voluntad de dar más pasos de los limitados por nuestro ingenuo cansancio. La voluntad es tan hermosa que debemos hacer de ella una obra de arte digna de admirar.

Mi vida es una vida común, la de otros presumirá de ser egoista y por lo tanto los llevará a un vació que no conocerá final. Conciderando las acciones que hagamos, serán esas las que se deberán tomar por siempre. Eso vive en nosotros, pero permitirle salir es algo que del mismo modo evitamos por el riesgo de perder la vida en ello.

Mi deber será claro...silencio para los tercos, intriga para los curiosos, idiferencia con los soberbios y caridad para los fuertes de espíritu. Un Dios nuevamente me hace su más ferviente siervo, una religión seguirá dictando mi vida y un amor terrenal seguirá inspirando mis obras...aunque quién sabe si sea el mismo o llegue otro.

Buenos deseos no bastan, mejor buenas acciones para comprobar que el cambio en verdad llega.

Hasta pronto.

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