He pensado mucho en Jean-Paul Sartre, ese francés existencialista (moderno) y sus afirmaciones cínicas en cuanto a las relaciones interpersonales. Antes de continuar, recomiendo a mis amables lectores que lean su obra, El ser y la nada, donde estoy seguro podrán entender un poco más el pensamiento drástico de este muchacho en cuestión.
Sartre opinaba que la relación con otros es una penosa necesidad, ya que aunque es algo que puede llegar a coartar la autonomía propia del ser...es ridículamente solicitada para coexistir en la sociedad.
Si queremos ampliar nuestros horizontes un poco más respecto a este pensamiento, podríamos adentrarnos en lo que se llama "tendencia de aceptación grupal". Esto es un término que alguna vez escuché de la boca de un filósofo contemporáneo en la UNAM durante unas pláticas respecto al país y la forma en que se ve afectado por la mala socialización.
Entendamos este concepto un poco más. Sartre decía que el hombre se ve manchado de una aterroziante necesidad de estar con otros, sabiendo que cuando se está con alguien más ajeno a uno mismo, no se pueden hacer las cosas acostumbradas durante la soledad, es decir, no podemos estar opinando en voz alta de todo lo que pensamos, no podemos ponernos a discutir de cosas que sabemos pueden llegar a ofender a los otros y respecto a eso...se rompe la libertad misma. Es irónicamente cierto. Pero una vez más caemos en la tendencia de definir las cosas, que en el interesante pensamiento de Oscar Wilde: Definir significa limitarse.
Pero rectifico lo anteriormente señalado por mi humilde persona, la libertad es algo más allá de palabras y decretos.
Pero bueno, Sartre trata de ver de forma exagerada lo que la relación puede brindar al hombre, tanto cosas buenas como malas. Por lo tanto, según su ideas a largo plazo...¡¡¡El infierno son los otros!!!
Yo pienso algo parecido, pero ni hablar, tal como alguna vez se vio en un comercial mexicano...esa, es otra historia.
Hasta pronto.
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